miércoles, mayo 17, 2006

 

Rock & Samba

Miércoles 10 de Mayo de 2006, 9.45 de la mañana.


Estoy acurrucado entre unas rocas, embutido en mi traje de de supervivencia Mustang. Miro incrédulo como el Sedna se sacude una y otra vez amenazando con estrolarse contra las rocas de la bahía en la que estamos. Mario está con su traje de buzo tratando de destrabar el motor lateral que se bloqueó con una de las sogas de las amarras. Es cuestión de minutos…logrará sacarla de ahí a tiempo para poder volver a posicionar el velero? Detrás mío el viento sopla furioso, superando en ráfagas los 90 km/h. Al mirar a través de las antiparras hacia arriba veo pasar la nieve aceleradamente en sentido horizontal. Mariano y Seba me acompañan como testigos de los sucesos con este particular punto de vista.


Parece que hubieran pasado siglos desde aquella noche del viernes anterior en el que habíamos estrenado oficialmente la cabaña construida en la entrada de proa para dejar las botas y las camperas. Se armó una verdadera fiesta, con luces, música, bailongo y picadita acorde a la situación. Boliche antártico a full!! El humor estaba en su punto máximo.


Hasta hubo una espectacular guerra de nieve en la que atrincherados con Marco sobre el puente de mando hicimos retroceder a todos hasta la cabaña. Fue una batalla sin cuarteles. Lástima que mi mejor tiro fue a parar en plena cara de mi compañero…un error de cálculos!!


Llegué a preguntarme cómo hacen en los lugares donde este tipo de diversiones es algo habitual para no llegar a punto de perder la sensibilidad completa de los dedos después de armar y lanzar infinitas bolas de nieve…que lo parió!!!


La resaca estuvo al orden del día la mañana siguiente…mejor no dar detalles para mantener intacta la dignidad de algunos de los miembros de la tripulación, no? :)


Pero todo eso parecía parte de un tiempo muy lejano y no de hace unos pocos días. Cómo fue entonces que llegamos a este punto de la historia???


Después de abandonar la caleta en Melchior dejando atrás lo que hasta el momento era nuestro mundo cotidiano, recalamos en una bahía cercana al reparo de las olas y el viento. Estábamos en las puertas del canal que conduce al lugar donde está la pequeña bahía en la que teníamos pensado armar el campamento recreativo en un futuro no muy lejano. Ahora ese lugar se convertiría en nuestro emplazamiento final para la invernada y tal vez Melchior sería nuestro sitio recreativo. Qué paradójico, no?


El lunes salió un día de esos que hay pocos, con sol, sin viento. Regresamos a la base donde lo primero que hicimos fue recuperar el equipo electrónico para nuestro trabajo así no se jodía con el frío. Por otro lado, se rescataron los restos de las amarras cortadas en la partida ya que todo se recicla! El sentimiento de ver la caleta sin el velero fue simplemente deprimente y devastador. Era la primera vez que lo veíamos así…y seguramente seguiría de ese modo.


Las chances de regresar otra vez ahí? No son muchas. Más bien nulas. Para poder encajar al Sedna de culata nuevamente en ese lugar sin arriesgarse a destrozarlo contra las rocas es necesario tener a mano un capitán experimentado. Y claro, no lo tenemos. Qué sentido tiene pagar un capitán abordo durante todo el año cuando el velero está amarrado…por supuesto que nadie pensaba que algo como esto pasaría…


La suerte (?) siguió de nuestro lado y el martes por la mañana, con un día de aguas planchadas, iniciamos el camino hacia nuestra nueva casa. Lentamente y precedidos por el Musculus (el Zodiac grande) fuimos avanzando por el canal que ya conocía de haberlo recorrido en kayak. Cuánto más pequeño parecía desde el Sedna!! La claridad del agua permitía ver perfectamente hasta el fondo, lo cual facilitaba la ubicación de rocas potencialmente peligrosas. El paisaje se abría majestuoso ante nosotros. En otras circunstancias hubiera sido un paseo espectacular.


Las maniobras de anclaje se prolongaron por un buen rato, ya que no es trivial la fijación de las mismas en estos lechos donde las rocas son más bien planas y reticentes a ser enganchadas.


Después de estar un buen rato como espectador me tocó entrar en acción acompañándolo a Mario junto con Seba para poner las primeras amarras. Arrancamos a eso de las 10…recién volvimos a subir al velero a las 16, ya con la noche encima. Los días se acortan inexorablemente y cómo se nota!


Mojados, cansados, cagados de frío, así regresamos luego de una larga jornada en la que aseguramos la popa del Sedna con tres amarras recauchutadas con los restos de las que antes teníamos en Melchior. Menos mal que tanto Mario como Serge la tienen clara con los nudos!!


Quedaba para el día siguiente terminar con las amarras de proa, ya que la noche y el agotamiento habían superado nuestras capacidades de trabajo.


Las horas siguientes serían los últimos momentos de tranquilidad por casi una semana…


Durante la noche el viento empezó a soplar. Y su fuerza fue en constante aumento. Una media de casi 70 km/h, con ráfagas más fuertes que nos sacudían de lo lindo. Nuestra posición original, perpendicular a la costa de la pequeña bahía, nos dejaba bien de costado para recibir el viento que se canalizaba como un huracán a través del canal en el que estábamos. De a poco las anclas fueron perdiendo su agarre y empezamos a derivar hacia estribor, acercándonos a escasos metros de las rocas.


Esa mañana la actividad comenzó temprano de manera febril. Esta vez, para no calarme de frío hasta los huesos, me metí en el Mustang. Seba hizo lo mismo y parecíamos teletubbies que íbamos en rescate del Sedna! A los dos nos quedan un tanto holgados (especialmente vistos de atrás!) y realmente quedamos muy graciosos. Pero la verdad que cuando se trata de estar seco y calentito no importan mucho las apariencias, no?


Rápidamente fuimos llevados a la costa junto con Mariano para colocar una amarra desde la proa que frenara un poco el efecto del embate del viento. Pero mientras bajaban la soga y la tirábamos hacia nosotros, el motor delantero la succionó, con lo que quedó trabado y el barco a merced del viento.


Mario tuvo que rajar, ponerse el traje seco y mandarse al agua para destrabar la situación. Mientras nosotros mirábamos asombrados desde la costa como se bamboleaba frágilmente nuestro hogar.


Obviamente si están leyendo esto, es que pudo sacar la soga y finalmente logramos amarrar al velero. Fue un día de lo más movidito y agotador. Nuevamente terminamos cuando la noche se nos venía encima.


A partir de ahí los días se sucederían en un estado de estrés constante y permanente. El viento aflojaba y volvía a arremeter a cada rato. Hubo que montar guardias durante la noche para controlar las amarras, por lo que el dormir de corrido pasó a ser otro recuerdo del pasado. Cada tanto una de las rocas en las que teníamos amarradas las sogas se partía, algún nudo se deshacía, las anclas perdían agarre…todo pasaba en cualquier momento del día o la noche, así que la vigilia era permanente. La sensación de no estar completamente seguros nos comía la cabeza poco a poco.


Y después vino el efecto de la marea. Para agregarle un poco de sabor al asunto, empezamos a tener unas bajamares de casi dos metros con lo que el calado que originalmente era suficiente dejó de serlo. No saben que feo que es escuchar el casco chocar contra las rocas del lecho marino. Un crujido que te eriza los pelitos de la nuca, por no mencionar otros. Nuevamente a subir a cubierta, aflojar las amarras, mover el velero, reajustar las anclas, tensar las amarras…


Esa fue nuestra principal actividad durante el resto de la semana, con lo que los ánimos se fueron minando poco a poco. A esto le tenemos que agregar que el sistema desalinizador estaba agonizante desde hacía varios días y por lo tanto nuestras reservas de agua potable disminuían día a día. Por ende, desde antes de salir de Melchior ya estábamos con abstinencia de duchas y de lavar la ropa ni hablar. En sí no sería muy grave de no ser porque después de estar chupando frío todo el día no se desea nada más que sentir un poco de agua caliente sobre el cuerpo, no? Buen entrenamiento para mi futuro viaje en bici, no? :)


Los excesos proferidos a los motores de los Zodiacs durante la noche de la evacuación y en el acomodamiento del velero en la nueva bahía los dejaron a ambos en terapia intensiva. Así que en los últimos días ni siquiera teníamos la posibilidad de utilizarlos de ser necesario.


A simple vista, meados por un elefante (mean mucho, no?). Por ahí nos aconsejaron hacer algún tipo de sacrificio a los Dioses para aplacar su ira…pero si todos los días estamos quemando una buena cantidad de mierda en nuestro inodoro-incinerador?? Acaso no es suficiente??? Joder, con lo difícil que es conseguir una virgen por estos pagos…

De a poco íbamos dándonos cuenta de nuestra nueva situación. Dejar Melchior nos trajo unas cuantas complicaciones. En lo laboral, un lindo problema logístico de cómo seguir con el programa de trabajo cuando luego de casi un mes de preparativos teníamos todo listo…para laburar allá! En lo personal, a partir de ahora quedábamos confinados al reducido espacio del velero. Cuando el camarote es un ínfimo espacio de 2 metros cuadrados, se hace notar. No más contacto con tierra con sólo atravesar el puente, no más subidas al glaciar, no más entrenamiento matinal en nuestro gimnasio improvisado. En fin, una sensación de pérdida de libertad de movimiento bastante difícil de asumir. Hasta desapareció el sol al venir acá, ya que la isla que tenemos frente a nosotros nos tapa totalmente con su glaciar cualquier rayito que pudiera filtrarse en los escasos días sin nubes que tenemos.


Mientras todo esto transcurría había que pensar un plan B para poder continuar con los muestreos científicos, ya que para eso estamos acá, no? Qué hacer ahora? Para poder guardar las muestras de unas cuantas técnicas cruciales hay que tener un ultrafreezer a -80 °C funcionando las 24 h. Cómo hacer para mantener el generador andando recargándolo de combustible cada 5 h si estamos en otro lado? Porque una cosa es cruzar un puente y otra hacer 15 min de viaje en Zodiac, cuando las condiciones climáticas lo permiten.


Una opción era seguir trabajando desde Melchior y hacer guardias rotativas para mantener funcionando el generador. Sería algo así como ir de campamento un par de días y rotarse. Pero claro, qué tal si adentrados en el invierno no se podía hacer el relevo en días, tal vez semanas? Por otro lado, la idea nunca fue usar la casa como habitáculo por lo que habría que resolver el tema del agua potable, los baños, tener combustible extra por las dudas…ni hablar de si teníamos la mala leche de que hubiera algún accidente. No, no pintaba muy factible.


Qué otra alternativa nos quedaba? Pues trasladar la base de trabajo al velero. Claro, tenemos un pequeño inconveniente con el espacio…no hay lugar! Ya estamos tan atiborrados de comida y cosas para la invernada que la sola idea de traer para acá todo el equipamiento científico que nos había llegado en 40 cajas no parecía muy idónea. Sin mencionar que para eso habría que traer el ultrafreezer, una mole de 400 kg más que difícil de transportar en el irregular terreno de la base.


Pues bien, ya que ninguna de las opciones era ideal terminamos con un compromiso: traer todo para acá y ver de conseguir una carpa para montar el laboratorio en tierra en nuestra pequeña bahía. La idea de trabajar en una carpa me pareció un disparate…hasta que me aclararon que no son carpas tradicionales. Más bien son como unos refugios portátiles que están diseñados específicamente para estas latitudes. Tienen un recubrimiento aislante con el que se bancan temperaturas de – 50 °C, piso y hasta una estufa! Eso sí, rondan las 10 luquitas verdes!!!


En conclusión? Estamos trabajando en ver cómo traer el ultra hasta acá (Francois ya está diseñando una especie de trineo que usan los esquimales para transportar cosas pesadas) y ponerlo en una buena caja aislada en cubierta. Inicialmente usaríamos nuestro cuarto de ducha como cuarto oscuro y las lavadoras como mesada para las primeras estaciones de muestreo (instinto de adaptación??). Con una nueva pasada del Gould conseguiríamos la carpa y ahí trasladaríamos el material para tener un lugar de trabajo adecuado, especialmente para los meses de primavera, donde el muestreo va a ser más intensivo. Como verán, no hay respiro ni descanso que valga…jajajaja!!!


El domingo por fin el viento se llamó a sosiego. Como para levantar los ánimos, en lugar de los habituales cartoons de la mañana, Marco sacó de la galera la colección del Show de los Muppets…qué manera de reírnos! Hacía mil años que no los veía!! Ahora que en inglés la famosa rana René se llame Kermit!!! Nooo, todo mal!!


También pudimos darnos una ducha (buena falta que nos hacía a esta altura!!) y pudimos descansar un poco del ajetreo que nos mantuvo ocupados las jornadas previas. Por mi parte, hastiado de la falta de movimiento, aproveché a que Martin quería tomar unas imágenes del velero desde la costa y me enganché como changarín para llevarle la cámara y de paso estirar un poco las patas. Qué placer volver a pisar tierra de nuevo!! Tener otra panorámica, no escuchar los generadores, hacer culipatín…joder que me estaba haciendo falta!!


Como para repuntar un poco y continuar ese incipiente comienzo de actividad física, empecé a levantarme temprano nuevamente para entrenar un poco. Claro, ahora uso un pequeño espacio (aunque más grande que mi camarote, donde me choco contra el panel que me separa de Seba) donde al menos puedo hacer algunos abdominales, fuerzas de brazo y alguna que otra cosa más. Por algo se empieza, no?? Lamentablemente por ahora se complica un poco acomodar la bici…


Hoy Stevens terminó de arreglar el motor del Aarluk (el Zodiac negro) y como tuvimos un día ideal sin viento, aprovechamos para reacomodar el velero y las amarras.


Me pase casi todo el dia en el Zodiac tirando de esas brutas sogas (no saben que buen ejercicio!) y laburando en lo que me mandaran...de científico a marinero antártico!! Jajjaja, con Mariano no sumábamos uno de lo inútiles que éramos. Mario nos miraba incrédulo (es marino de pura cepa) al ver las payasadas que hacíamos y como nos enredábamos una y otra vez con las sogas...

A la tarde apareció una foca leopardo, que son unas guachas carnívoras que mejor tenerlas lejos. Se acerco a nosotros...hasta que descubrió las amarras y se colgó ahí por horas mordisqueando las sogas y revolcándose entre los nudos...lo único que nos faltaba!!!

Bueno, así las cosas por acá...esperemos que el buen tiempo dure un poco y nos de un respiro antes de comprobar en la próxima tormenta si finalmente llegamos a una posición relativamente segura o si sigue el baile...


Besotes y abrazos para todos/as!!


Salut!!

Damián


lunes, mayo 08, 2006

 

El día que cambió todo.

Parecía un domingo más. Levantarse unas horas más tarde de lo habitual, desayunar tranquilamente con los dibujos animados de costumbre. Esta vez me tocaba cocinar con Francois como partenaire. El menú que habíamos preparado consistía en pollo estilo Hindú con arroz a la tibetana (influencias de Francois) y por la noche, milanesas con puré…obviamente, mi aporte argento!


El día estaba gris una vez más, con el cielo oscuro, algo de viento y nieve de a ratos. Digamos que no estimulaba para hacer ninguna salida al exterior…


Así que después de terminar mi quinto libro desde que llegamos a estos pagos nos pusimos a laburar en el tema de la comida. Ya que la mano venia espiritual, pusimos música acorde y servimos sólo un trocito de zanahoria hervido con una cucharadita (de té) de arroz. Invitamos a los comensales a trasladarse mentalmente a un estado más allá de las cosas materiales…”go beyond”…claro que al toque tuvimos que servir el pollo con el resto del arroz porque sino nos mataban!! Jajjajaja…



Después de comer casi todos fueron para la base a dedicarse a las distintas opciones recreativas que había a mano: ping-pong, un poco de bici fija, mirar la tele…con Seba y Amelie optamos por una nueva alternativa. Inauguramos la primera pared de escalada artificial de la antártida! O menos así nos parece a nosotros, ya que no creemos que haya muchas por estas latitudes.

Yo tuve que volverme temprano ya que tenía que preparar la cena con Francois. Y en eso estábamos tranquilamente al ritmo de canciones provenientes de la India, cuando comenzó lo que cambiaría nuestras vidas por completo para el resto de este viaje…


Se oyó un ruido seco. Una amarra que se había cortado. Nada sorprendente, no tanto por el viento, sino por las ondas que venían entrando por la caleta y que nos hacían mover de lo lindo. Ya había pasado anteriormente y simplemente se reparaba la amarra, se ajustaban las demás y a seguir con la vida…


Pero esta vez no fue así. En eso vi por la ventana que el puente se retorcía y parecía a punto de reventar. Todos empezaron a correr de un lado para el otro. Como normalmente había suficientes manos para trabajar y más que ayudar lo mío era un estorbo al no entender del todo las instrucciones en francés, opté por seguir con mis tareas culinarias hasta que me necesitaran…


Y a los 15 minutos me llamaron. Parece que la cosa era más grave de lo que parecía. No se había cortado una amarra, sino tres. Y las olas que arremetían por la caleta eran cada vez más violentas con unas subidas y bajadas en el nivel de agua que daban para unos metros de desnivel!


Pregunté en dónde podía ser más útil y Mario me dijo que fuera con él y Serge en el Zodiac así reparábamos la amarra del lado de la base. El puente había sido prácticamente desconectado y agonizaba de una sola cuerda de la borda del velero…


Llegar del otro lado fue toda una odisea. Al parar en el sitio habitual, el Zodiac se sacudía impulsivamente con las olas y se montaba en las rocas para luego quedar suspendido en el aire casi verticalmente. Si a esto le sumamos que con la nieve y el agua todo estaba hiper resbaladizo, ni les cuento lo que era bajar el taladro, que pesa tres toneladas, junto con las demás cosas sin caerse al agua o quedar estampado contra una roca.


Al llegar vimos que en realidad lo que había pasado era que el cable de acero se había desplazado por el gancho que lo aprisionaba. Nada drástico. Mientras Serge preparaba los anclajes fuimos con Mario a rescatar la soga de la amarra que había sido recogida en el velero. Se imaginarán que es un cacho de soga de lo más bruto, gruesa como un brazo. Y pasarla a la costa cuando el velero se mueve hacia su lado no es nada fácil…digamos que por más que entrenemos, el barco siempre tira mucho más y gana la cinchada! Al bajar en las resbaladizas rocas, el único punto de apoyo eran unas salientes que permitían afianzarse para resistir los embates de la cuerda. Y fue cuestión de unos momentos para que la marea hiciera de las suyas y el mar que segundos antes estaba a una distancia prudente se elevara bruscamente mojándonos hasta las pantorrillas. Difícil escaparse en un terreno tan resbaladizo y sin apoyo alguno. Entonces los manotazos a la nieve tratando de elevarse un poco sin largar la soga no se hicieron rogar.


Rápidamente subimos y con ayuda de otra soga manteníamos la amarra hasta poder ajustar de nuevo el cable de acero. A mí me tocó sostener la cuerda, que no era mucho problema siempre y cuando el Sedna no retrocediera y tensara la amarra hasta el límite de mi resistencia…eran segundos extremos, sosteniendo a duras penas la soga y rogando que volviera a moverse para el otro lado así se aflojaba nuevamente.


Las luces de los reflectores iban y venían según fuera el sitio que estuvieran filmando. Muchas veces lo único que nos iluminaba era la luz proveniente de nuestras linternas de cabeza, para luego ser encandilados una vez más de improviso cuando Martin nos enfocaba.


Una vez asegurada, seguimos con la siguiente amarra zafada. Pero esta vez no sería tan simple. Era la del frente, pero en la costa opuesta, donde el hierro del anclaje quedaba justo en la línea de la marea bajo el agua. Sabíamos por experiencia previa que esas rocas mojadas son como una pista de hielo. Resbaladizo es poco! Era necesario taladrar un nuevo agujero más arriba y asegurar otra vez esa amarra crucial para el vaivén del velero.


Volver al Zodiac ya era una aventura. No se por qué mis botas se empeñaron todo el tiempo en dejarme al límite del golpe de tantos resbalones que me pegaba. Pero por suerte siempre encontraba de donde agarrarme al último segundo…


La logística era compleja y un tanto alocada. Para que el taladro funcione hace falta electricidad…y esta proviene del velero. Por lo que para poder hacer el nuevo agujero precisábamos un alargue suficientemente largo, que no se metiera al agua…cosa difícil con tanto movimiento al que ahora se había sumado un viento bastante fuerte que soplaba levantándose desde el fondo de la caleta.


A todo esto, Mario y Serge impartían y recibían órdenes y directivas por la radio de las que yo no entendía ni pepa. En todo caso miraba y trataba de no molestar hasta que me dijeran que hacer.

Juntar la amarra del mar con el pesado cable de acero que pendía de la punta, llevarlo de nuevo hasta el Sedna, conectar el cable para la electricidad, transportarlo sin que la tensión del mismo lo reventara…meros detalles de lo que nos esperaba unos minutos después.


Encaramos la costa, el Zodiac avanzaba en la noche cerrada iluminado por la espalda con las luces del velero. Veíamos las olas romper violentamente frente a nosotros y no parecía muy lógico lo que estábamos haciendo. El Zodiac se montó sobre unas rocas y Serge me gritó que agarrara el taladro y saltara. Tratando de no pensar mucho, me mandé y aterricé sin perder el equilibrio. El bote estaba casi vertical mientras el motor rugía prácticamente fuera del agua. Serge siguió mis pasos trayendo el alargue. Y en eso la marea subió nuevamente cubriendo nuestros pies con agua helada. Sin darnos cuenta el enchufe se sumergió y al salir empezó a chisporrotear y largar un olor a quemado que apestaba. Se nos había fregado el cable!


Con la venida del agua el Zodiac pudo retroceder y quedamos con Serge sobre una roca a merced de las aguas. El enchufe seguía quemándose y a los gritos en medio de todos los ruidos que había en el ambiente (el motor del Sedna, el del Zodiac, el viento con sus ráfagas) tratamos de explicarles que mejor cortaran el suministro eléctrico…por supuesto, no tan delicadamente. No se cuantas veces habré puteado en voz alta, pero según me dijeron después, mis “fuck” y “shit” se oían bien claritos desde la cubierta!


Estábamos varados. No podíamos trabajar y el Zodiac estaba lejos de nosotros. La marea se ensañó con nosotros y las olas empezaron a arremeter contra nosotros haciendo peligrar nuestro delicado equilibrio sobre esas patinosas piedras. A mi me daban de espalda, así que no las veía venir. La primera ola me llegó hasta las rodillas, la segunda me hizo trastabillar un poco y la tercera casi me lleva con ella. Tenía el pesado taladro aferrado con mis manos y no podía agarrarme de nada. Por suerte cuando tuve la sensación de que el agua me arrastraba sentí que Serge me agarraba del salvavidas dándome esa mínima estabilidad que me hacía falta para no caerme.


Le propuse avanzar sobre las rocas hasta un punto donde el Zodiac pudiera sacarnos de ahí. Me imagino que la visión que dábamos al ser embestidos por el agua no sería muy auspiciosa. Justo cuando comenzábamos a replegarnos vimos que Mario se mandaba con el Zodiac y se montaba nuevamente sobre las rocas. “Now!! Jump!!!” me gritó Serge que bajando de donde estábamos saltó al bote. No había mucho que meditar. Como pude y tratando de no estaquearme con la mecha del taladro llegué hasta el Zodiac que se bamboleaba inestablemente sobre una roca. Arrojé el aparatejo y justo cuando estaba por largarme yo vi que la marea nuevamente sacudía el bote para sacarlo de donde estaba. Fue una fracción de segundo. Me zambullí hacia adelante como en un clavado en una pileta y cuando ya me veía resbalar sobre el costado del Zodiac para luego ser aplastado entre éste y las rocas, sentí un fuerte tirón que me arrojó para adentro patinando con mi cara por el suelo. Providencialmente Serge me había cazado del arnés del salvavidas y con un tirón sobrehumano me había sacado justo a tiempo…adrenalina!!!


Ahí nomás el bote se puso peligrosamente en posición vertical y a duras penas alcance a ver que nos empezábamos a ladear cuando salté a la proa y me monté con todo mi peso para balancear un poco el Zodiac. Una providencial subida del agua nos permitió salir de esa poca agraciada posición en de durar unos instantes más nos podría haber dejado a los tres con el bote de sombrero!


Descubrí en todo esto que las botas Sorel que me dieron no son impermeables!! Jajjajaja…parecían unas palanganas llenas de agua de mar helada!


Volvimos al velero ya que nada se podía hacer. Lo más extraño que durante el tiempo que duró toda esta odisea, siempre estuve como inconsciente del peligro que implicaba lo que estábamos haciendo y que a pesar de que se veía complicado, no estaba asustado. Más bien me parecía como estar viendo una película y hasta seguía haciendo chistes. Recién cuando volvimos al Sedna y todos me saludaban como si hubiera vuelto de la muerte, me felicitaban por el laburo que habíamos hecho y cómo habíamos reaccionado caí un poquito en la locura que había sido eso. Nos salvamos de pedo!!!!


Parece que es cierto que hasta que uno no se encuentra en una situación límite no sabe cómo va a reaccionar. Por suerte en este caso todos actuamos bien y no hubo pánico.


Igualmente la historia no termina con esto! El ajetreo no paraba, gritos por acá, movimientos por allá, no entendía nada. Pasaba que estábamos a un tris de que tuviéramos que abandonar la caleta. Las ondas nos hacían subir y bajar, adelantar y retroceder, de manera que las amarras se tensaban violentamente y crujían como nunca. A pesar de tener los motores encendidos para contrarrestar el movimiento, seguíamos hamacándonos de lo lindo.


El puente ya había sido cortado. Flotaba tristemente en el agua en un agonizante zigzagueo…tanta energía y trabajo puesta en su concreción, tantas veces lo habíamos cruzado, con viento, sin viento, casi sumergido en las aguas, tenso como una cuerda de violín…y ahora yacía sin vida en el agua, flotando y sacudiéndose con la voluntad de la marea. Una visión descorazonadora.


Con Seba nos apostamos radio en mano en la parte de atrás del velero para controlar las amarras de popa. Se oían mensajes confusos, que trataba de que me tradujeran para entender algo. Malas noticias: se había jodido uno de los motores con los que se controlaba el movimiento lateral del velero y una amarra más se había cortado en la proa.


Mario trajo unas hachas de mano y nos dijo que estuviéramos atentos porque si la cosa empeoraba había que cortar las amarras y salir de la caleta cuanto antes. Con Seba nos miramos incrédulos, estupefactos. Tan grave estaba la cosa? Si nos íbamos, como seguía esta historia? Mil cosas daban vueltas por mi cabeza cuando una sucesión de gritos que ni siquiera Seba pudo entender salieron por la radio. Vi cómo Seba preguntaba una y otra vez…si, nos habían dado la orden final: cortar las amarras!!!


No olvidaré la imagen de Seba dándole con el hacha a las sogas que hasta ese momento nos habían mantenido asegurados en la caleta frente a la base. Ni el sonido estrepitoso del chasquido que hicieron al cortarse. Nos íbamos! Una soga había quedado enganchada y se retorcía como una víbora furiosa ante el avance del velero con los motores a full. Había que cortarla antes de que nos empujara hacia las rocas! Los latigazos que daba eran de temer, pero el ver la casa del laboratorio acercarse cada vez más era aún peor y entre Seba, Francois y yo terminamos de zafarla.


Poco a poco vimos alejarse la tímida luz que brillaba en la ventana de nuestro labo, ya que ni tiempo de apagar el generador habíamos tenido. Salimos a mar abierto, el viento seguía apareciendo y desapareciendo con rachas de violencia. Estábamos navegando 7 meses antes de lo previsto. Y ahora qué??


Enfilamos hacia una bahía frente a la base, más reparada y la entrada al sitio de emergencia para anclaje. Cuando hace un par de semanas estuvimos allí de paseo viendo la posibilidad de poner una carpa como campamento recreativo, nunca pensé que tal vez deberíamos usarlo como asentamiento.



En fin, no queda más que ver como se van a encarar las cosas y sobre todo, como vamos a pilotear el tema de nuestro trabajo científico ya que esto es un cambio de estrategia que nos deja muy mal parados…cómo mantener un generador andando 24 h si estamos a 3 km de él??? Veremos como tratamos de arreglar este y otros aspectos…


Otro garrón es que se acabaron unas cuantas cosas que hacían la vida llevadera, como el poder ir a entrenar cada mañana, las caminatas por el glaciar, los paseos por la nieve atrás de la base…ahora estamos confinados al velero…duraremos así???


Al menos estamos todos bien, no hubo daños significativos y no todo está perdido…no???

Y después de casi 5 h de odisea pude terminar de cocinar mis milanesas con puré, que dicho sea de paso, quedaron de rechupete!!! (humildemente…jejjeeje)


De este modo, lo que comenzó como un domingo más se convirtió en una jornada que transformará drásticamente nuestra estancia de acá en más…


Como verán mis amigos, parece que en este viaje las emociones fuertes están ahicito nomás, a la vuelta de la esquina, esperando el momento justo para aparecerse…qué otras crónicas tendré para contar más adelante??? Sigan atentos!!! Y escriban! Tal vez sea una de las últimas chances que tengan!! Jajjajajaja…


Besos y abrazos para todos/as!!


Salut!!

Damian


PS: la entrega anterior del blog que estaba en preparación, obviamente quedó un poco demorada por motivos obvios...en unos días los actualizo con lo vivido en las últimas semanas, que no es poco!


This page is powered by Blogger. Isn't yours?