lunes, mayo 08, 2006

 

El día que cambió todo.

Parecía un domingo más. Levantarse unas horas más tarde de lo habitual, desayunar tranquilamente con los dibujos animados de costumbre. Esta vez me tocaba cocinar con Francois como partenaire. El menú que habíamos preparado consistía en pollo estilo Hindú con arroz a la tibetana (influencias de Francois) y por la noche, milanesas con puré…obviamente, mi aporte argento!


El día estaba gris una vez más, con el cielo oscuro, algo de viento y nieve de a ratos. Digamos que no estimulaba para hacer ninguna salida al exterior…


Así que después de terminar mi quinto libro desde que llegamos a estos pagos nos pusimos a laburar en el tema de la comida. Ya que la mano venia espiritual, pusimos música acorde y servimos sólo un trocito de zanahoria hervido con una cucharadita (de té) de arroz. Invitamos a los comensales a trasladarse mentalmente a un estado más allá de las cosas materiales…”go beyond”…claro que al toque tuvimos que servir el pollo con el resto del arroz porque sino nos mataban!! Jajjajaja…



Después de comer casi todos fueron para la base a dedicarse a las distintas opciones recreativas que había a mano: ping-pong, un poco de bici fija, mirar la tele…con Seba y Amelie optamos por una nueva alternativa. Inauguramos la primera pared de escalada artificial de la antártida! O menos así nos parece a nosotros, ya que no creemos que haya muchas por estas latitudes.

Yo tuve que volverme temprano ya que tenía que preparar la cena con Francois. Y en eso estábamos tranquilamente al ritmo de canciones provenientes de la India, cuando comenzó lo que cambiaría nuestras vidas por completo para el resto de este viaje…


Se oyó un ruido seco. Una amarra que se había cortado. Nada sorprendente, no tanto por el viento, sino por las ondas que venían entrando por la caleta y que nos hacían mover de lo lindo. Ya había pasado anteriormente y simplemente se reparaba la amarra, se ajustaban las demás y a seguir con la vida…


Pero esta vez no fue así. En eso vi por la ventana que el puente se retorcía y parecía a punto de reventar. Todos empezaron a correr de un lado para el otro. Como normalmente había suficientes manos para trabajar y más que ayudar lo mío era un estorbo al no entender del todo las instrucciones en francés, opté por seguir con mis tareas culinarias hasta que me necesitaran…


Y a los 15 minutos me llamaron. Parece que la cosa era más grave de lo que parecía. No se había cortado una amarra, sino tres. Y las olas que arremetían por la caleta eran cada vez más violentas con unas subidas y bajadas en el nivel de agua que daban para unos metros de desnivel!


Pregunté en dónde podía ser más útil y Mario me dijo que fuera con él y Serge en el Zodiac así reparábamos la amarra del lado de la base. El puente había sido prácticamente desconectado y agonizaba de una sola cuerda de la borda del velero…


Llegar del otro lado fue toda una odisea. Al parar en el sitio habitual, el Zodiac se sacudía impulsivamente con las olas y se montaba en las rocas para luego quedar suspendido en el aire casi verticalmente. Si a esto le sumamos que con la nieve y el agua todo estaba hiper resbaladizo, ni les cuento lo que era bajar el taladro, que pesa tres toneladas, junto con las demás cosas sin caerse al agua o quedar estampado contra una roca.


Al llegar vimos que en realidad lo que había pasado era que el cable de acero se había desplazado por el gancho que lo aprisionaba. Nada drástico. Mientras Serge preparaba los anclajes fuimos con Mario a rescatar la soga de la amarra que había sido recogida en el velero. Se imaginarán que es un cacho de soga de lo más bruto, gruesa como un brazo. Y pasarla a la costa cuando el velero se mueve hacia su lado no es nada fácil…digamos que por más que entrenemos, el barco siempre tira mucho más y gana la cinchada! Al bajar en las resbaladizas rocas, el único punto de apoyo eran unas salientes que permitían afianzarse para resistir los embates de la cuerda. Y fue cuestión de unos momentos para que la marea hiciera de las suyas y el mar que segundos antes estaba a una distancia prudente se elevara bruscamente mojándonos hasta las pantorrillas. Difícil escaparse en un terreno tan resbaladizo y sin apoyo alguno. Entonces los manotazos a la nieve tratando de elevarse un poco sin largar la soga no se hicieron rogar.


Rápidamente subimos y con ayuda de otra soga manteníamos la amarra hasta poder ajustar de nuevo el cable de acero. A mí me tocó sostener la cuerda, que no era mucho problema siempre y cuando el Sedna no retrocediera y tensara la amarra hasta el límite de mi resistencia…eran segundos extremos, sosteniendo a duras penas la soga y rogando que volviera a moverse para el otro lado así se aflojaba nuevamente.


Las luces de los reflectores iban y venían según fuera el sitio que estuvieran filmando. Muchas veces lo único que nos iluminaba era la luz proveniente de nuestras linternas de cabeza, para luego ser encandilados una vez más de improviso cuando Martin nos enfocaba.


Una vez asegurada, seguimos con la siguiente amarra zafada. Pero esta vez no sería tan simple. Era la del frente, pero en la costa opuesta, donde el hierro del anclaje quedaba justo en la línea de la marea bajo el agua. Sabíamos por experiencia previa que esas rocas mojadas son como una pista de hielo. Resbaladizo es poco! Era necesario taladrar un nuevo agujero más arriba y asegurar otra vez esa amarra crucial para el vaivén del velero.


Volver al Zodiac ya era una aventura. No se por qué mis botas se empeñaron todo el tiempo en dejarme al límite del golpe de tantos resbalones que me pegaba. Pero por suerte siempre encontraba de donde agarrarme al último segundo…


La logística era compleja y un tanto alocada. Para que el taladro funcione hace falta electricidad…y esta proviene del velero. Por lo que para poder hacer el nuevo agujero precisábamos un alargue suficientemente largo, que no se metiera al agua…cosa difícil con tanto movimiento al que ahora se había sumado un viento bastante fuerte que soplaba levantándose desde el fondo de la caleta.


A todo esto, Mario y Serge impartían y recibían órdenes y directivas por la radio de las que yo no entendía ni pepa. En todo caso miraba y trataba de no molestar hasta que me dijeran que hacer.

Juntar la amarra del mar con el pesado cable de acero que pendía de la punta, llevarlo de nuevo hasta el Sedna, conectar el cable para la electricidad, transportarlo sin que la tensión del mismo lo reventara…meros detalles de lo que nos esperaba unos minutos después.


Encaramos la costa, el Zodiac avanzaba en la noche cerrada iluminado por la espalda con las luces del velero. Veíamos las olas romper violentamente frente a nosotros y no parecía muy lógico lo que estábamos haciendo. El Zodiac se montó sobre unas rocas y Serge me gritó que agarrara el taladro y saltara. Tratando de no pensar mucho, me mandé y aterricé sin perder el equilibrio. El bote estaba casi vertical mientras el motor rugía prácticamente fuera del agua. Serge siguió mis pasos trayendo el alargue. Y en eso la marea subió nuevamente cubriendo nuestros pies con agua helada. Sin darnos cuenta el enchufe se sumergió y al salir empezó a chisporrotear y largar un olor a quemado que apestaba. Se nos había fregado el cable!


Con la venida del agua el Zodiac pudo retroceder y quedamos con Serge sobre una roca a merced de las aguas. El enchufe seguía quemándose y a los gritos en medio de todos los ruidos que había en el ambiente (el motor del Sedna, el del Zodiac, el viento con sus ráfagas) tratamos de explicarles que mejor cortaran el suministro eléctrico…por supuesto, no tan delicadamente. No se cuantas veces habré puteado en voz alta, pero según me dijeron después, mis “fuck” y “shit” se oían bien claritos desde la cubierta!


Estábamos varados. No podíamos trabajar y el Zodiac estaba lejos de nosotros. La marea se ensañó con nosotros y las olas empezaron a arremeter contra nosotros haciendo peligrar nuestro delicado equilibrio sobre esas patinosas piedras. A mi me daban de espalda, así que no las veía venir. La primera ola me llegó hasta las rodillas, la segunda me hizo trastabillar un poco y la tercera casi me lleva con ella. Tenía el pesado taladro aferrado con mis manos y no podía agarrarme de nada. Por suerte cuando tuve la sensación de que el agua me arrastraba sentí que Serge me agarraba del salvavidas dándome esa mínima estabilidad que me hacía falta para no caerme.


Le propuse avanzar sobre las rocas hasta un punto donde el Zodiac pudiera sacarnos de ahí. Me imagino que la visión que dábamos al ser embestidos por el agua no sería muy auspiciosa. Justo cuando comenzábamos a replegarnos vimos que Mario se mandaba con el Zodiac y se montaba nuevamente sobre las rocas. “Now!! Jump!!!” me gritó Serge que bajando de donde estábamos saltó al bote. No había mucho que meditar. Como pude y tratando de no estaquearme con la mecha del taladro llegué hasta el Zodiac que se bamboleaba inestablemente sobre una roca. Arrojé el aparatejo y justo cuando estaba por largarme yo vi que la marea nuevamente sacudía el bote para sacarlo de donde estaba. Fue una fracción de segundo. Me zambullí hacia adelante como en un clavado en una pileta y cuando ya me veía resbalar sobre el costado del Zodiac para luego ser aplastado entre éste y las rocas, sentí un fuerte tirón que me arrojó para adentro patinando con mi cara por el suelo. Providencialmente Serge me había cazado del arnés del salvavidas y con un tirón sobrehumano me había sacado justo a tiempo…adrenalina!!!


Ahí nomás el bote se puso peligrosamente en posición vertical y a duras penas alcance a ver que nos empezábamos a ladear cuando salté a la proa y me monté con todo mi peso para balancear un poco el Zodiac. Una providencial subida del agua nos permitió salir de esa poca agraciada posición en de durar unos instantes más nos podría haber dejado a los tres con el bote de sombrero!


Descubrí en todo esto que las botas Sorel que me dieron no son impermeables!! Jajjajaja…parecían unas palanganas llenas de agua de mar helada!


Volvimos al velero ya que nada se podía hacer. Lo más extraño que durante el tiempo que duró toda esta odisea, siempre estuve como inconsciente del peligro que implicaba lo que estábamos haciendo y que a pesar de que se veía complicado, no estaba asustado. Más bien me parecía como estar viendo una película y hasta seguía haciendo chistes. Recién cuando volvimos al Sedna y todos me saludaban como si hubiera vuelto de la muerte, me felicitaban por el laburo que habíamos hecho y cómo habíamos reaccionado caí un poquito en la locura que había sido eso. Nos salvamos de pedo!!!!


Parece que es cierto que hasta que uno no se encuentra en una situación límite no sabe cómo va a reaccionar. Por suerte en este caso todos actuamos bien y no hubo pánico.


Igualmente la historia no termina con esto! El ajetreo no paraba, gritos por acá, movimientos por allá, no entendía nada. Pasaba que estábamos a un tris de que tuviéramos que abandonar la caleta. Las ondas nos hacían subir y bajar, adelantar y retroceder, de manera que las amarras se tensaban violentamente y crujían como nunca. A pesar de tener los motores encendidos para contrarrestar el movimiento, seguíamos hamacándonos de lo lindo.


El puente ya había sido cortado. Flotaba tristemente en el agua en un agonizante zigzagueo…tanta energía y trabajo puesta en su concreción, tantas veces lo habíamos cruzado, con viento, sin viento, casi sumergido en las aguas, tenso como una cuerda de violín…y ahora yacía sin vida en el agua, flotando y sacudiéndose con la voluntad de la marea. Una visión descorazonadora.


Con Seba nos apostamos radio en mano en la parte de atrás del velero para controlar las amarras de popa. Se oían mensajes confusos, que trataba de que me tradujeran para entender algo. Malas noticias: se había jodido uno de los motores con los que se controlaba el movimiento lateral del velero y una amarra más se había cortado en la proa.


Mario trajo unas hachas de mano y nos dijo que estuviéramos atentos porque si la cosa empeoraba había que cortar las amarras y salir de la caleta cuanto antes. Con Seba nos miramos incrédulos, estupefactos. Tan grave estaba la cosa? Si nos íbamos, como seguía esta historia? Mil cosas daban vueltas por mi cabeza cuando una sucesión de gritos que ni siquiera Seba pudo entender salieron por la radio. Vi cómo Seba preguntaba una y otra vez…si, nos habían dado la orden final: cortar las amarras!!!


No olvidaré la imagen de Seba dándole con el hacha a las sogas que hasta ese momento nos habían mantenido asegurados en la caleta frente a la base. Ni el sonido estrepitoso del chasquido que hicieron al cortarse. Nos íbamos! Una soga había quedado enganchada y se retorcía como una víbora furiosa ante el avance del velero con los motores a full. Había que cortarla antes de que nos empujara hacia las rocas! Los latigazos que daba eran de temer, pero el ver la casa del laboratorio acercarse cada vez más era aún peor y entre Seba, Francois y yo terminamos de zafarla.


Poco a poco vimos alejarse la tímida luz que brillaba en la ventana de nuestro labo, ya que ni tiempo de apagar el generador habíamos tenido. Salimos a mar abierto, el viento seguía apareciendo y desapareciendo con rachas de violencia. Estábamos navegando 7 meses antes de lo previsto. Y ahora qué??


Enfilamos hacia una bahía frente a la base, más reparada y la entrada al sitio de emergencia para anclaje. Cuando hace un par de semanas estuvimos allí de paseo viendo la posibilidad de poner una carpa como campamento recreativo, nunca pensé que tal vez deberíamos usarlo como asentamiento.



En fin, no queda más que ver como se van a encarar las cosas y sobre todo, como vamos a pilotear el tema de nuestro trabajo científico ya que esto es un cambio de estrategia que nos deja muy mal parados…cómo mantener un generador andando 24 h si estamos a 3 km de él??? Veremos como tratamos de arreglar este y otros aspectos…


Otro garrón es que se acabaron unas cuantas cosas que hacían la vida llevadera, como el poder ir a entrenar cada mañana, las caminatas por el glaciar, los paseos por la nieve atrás de la base…ahora estamos confinados al velero…duraremos así???


Al menos estamos todos bien, no hubo daños significativos y no todo está perdido…no???

Y después de casi 5 h de odisea pude terminar de cocinar mis milanesas con puré, que dicho sea de paso, quedaron de rechupete!!! (humildemente…jejjeeje)


De este modo, lo que comenzó como un domingo más se convirtió en una jornada que transformará drásticamente nuestra estancia de acá en más…


Como verán mis amigos, parece que en este viaje las emociones fuertes están ahicito nomás, a la vuelta de la esquina, esperando el momento justo para aparecerse…qué otras crónicas tendré para contar más adelante??? Sigan atentos!!! Y escriban! Tal vez sea una de las últimas chances que tengan!! Jajjajajaja…


Besos y abrazos para todos/as!!


Salut!!

Damian


PS: la entrega anterior del blog que estaba en preparación, obviamente quedó un poco demorada por motivos obvios...en unos días los actualizo con lo vivido en las últimas semanas, que no es poco!


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