miércoles, mayo 17, 2006

 

Rock & Samba

Miércoles 10 de Mayo de 2006, 9.45 de la mañana.


Estoy acurrucado entre unas rocas, embutido en mi traje de de supervivencia Mustang. Miro incrédulo como el Sedna se sacude una y otra vez amenazando con estrolarse contra las rocas de la bahía en la que estamos. Mario está con su traje de buzo tratando de destrabar el motor lateral que se bloqueó con una de las sogas de las amarras. Es cuestión de minutos…logrará sacarla de ahí a tiempo para poder volver a posicionar el velero? Detrás mío el viento sopla furioso, superando en ráfagas los 90 km/h. Al mirar a través de las antiparras hacia arriba veo pasar la nieve aceleradamente en sentido horizontal. Mariano y Seba me acompañan como testigos de los sucesos con este particular punto de vista.


Parece que hubieran pasado siglos desde aquella noche del viernes anterior en el que habíamos estrenado oficialmente la cabaña construida en la entrada de proa para dejar las botas y las camperas. Se armó una verdadera fiesta, con luces, música, bailongo y picadita acorde a la situación. Boliche antártico a full!! El humor estaba en su punto máximo.


Hasta hubo una espectacular guerra de nieve en la que atrincherados con Marco sobre el puente de mando hicimos retroceder a todos hasta la cabaña. Fue una batalla sin cuarteles. Lástima que mi mejor tiro fue a parar en plena cara de mi compañero…un error de cálculos!!


Llegué a preguntarme cómo hacen en los lugares donde este tipo de diversiones es algo habitual para no llegar a punto de perder la sensibilidad completa de los dedos después de armar y lanzar infinitas bolas de nieve…que lo parió!!!


La resaca estuvo al orden del día la mañana siguiente…mejor no dar detalles para mantener intacta la dignidad de algunos de los miembros de la tripulación, no? :)


Pero todo eso parecía parte de un tiempo muy lejano y no de hace unos pocos días. Cómo fue entonces que llegamos a este punto de la historia???


Después de abandonar la caleta en Melchior dejando atrás lo que hasta el momento era nuestro mundo cotidiano, recalamos en una bahía cercana al reparo de las olas y el viento. Estábamos en las puertas del canal que conduce al lugar donde está la pequeña bahía en la que teníamos pensado armar el campamento recreativo en un futuro no muy lejano. Ahora ese lugar se convertiría en nuestro emplazamiento final para la invernada y tal vez Melchior sería nuestro sitio recreativo. Qué paradójico, no?


El lunes salió un día de esos que hay pocos, con sol, sin viento. Regresamos a la base donde lo primero que hicimos fue recuperar el equipo electrónico para nuestro trabajo así no se jodía con el frío. Por otro lado, se rescataron los restos de las amarras cortadas en la partida ya que todo se recicla! El sentimiento de ver la caleta sin el velero fue simplemente deprimente y devastador. Era la primera vez que lo veíamos así…y seguramente seguiría de ese modo.


Las chances de regresar otra vez ahí? No son muchas. Más bien nulas. Para poder encajar al Sedna de culata nuevamente en ese lugar sin arriesgarse a destrozarlo contra las rocas es necesario tener a mano un capitán experimentado. Y claro, no lo tenemos. Qué sentido tiene pagar un capitán abordo durante todo el año cuando el velero está amarrado…por supuesto que nadie pensaba que algo como esto pasaría…


La suerte (?) siguió de nuestro lado y el martes por la mañana, con un día de aguas planchadas, iniciamos el camino hacia nuestra nueva casa. Lentamente y precedidos por el Musculus (el Zodiac grande) fuimos avanzando por el canal que ya conocía de haberlo recorrido en kayak. Cuánto más pequeño parecía desde el Sedna!! La claridad del agua permitía ver perfectamente hasta el fondo, lo cual facilitaba la ubicación de rocas potencialmente peligrosas. El paisaje se abría majestuoso ante nosotros. En otras circunstancias hubiera sido un paseo espectacular.


Las maniobras de anclaje se prolongaron por un buen rato, ya que no es trivial la fijación de las mismas en estos lechos donde las rocas son más bien planas y reticentes a ser enganchadas.


Después de estar un buen rato como espectador me tocó entrar en acción acompañándolo a Mario junto con Seba para poner las primeras amarras. Arrancamos a eso de las 10…recién volvimos a subir al velero a las 16, ya con la noche encima. Los días se acortan inexorablemente y cómo se nota!


Mojados, cansados, cagados de frío, así regresamos luego de una larga jornada en la que aseguramos la popa del Sedna con tres amarras recauchutadas con los restos de las que antes teníamos en Melchior. Menos mal que tanto Mario como Serge la tienen clara con los nudos!!


Quedaba para el día siguiente terminar con las amarras de proa, ya que la noche y el agotamiento habían superado nuestras capacidades de trabajo.


Las horas siguientes serían los últimos momentos de tranquilidad por casi una semana…


Durante la noche el viento empezó a soplar. Y su fuerza fue en constante aumento. Una media de casi 70 km/h, con ráfagas más fuertes que nos sacudían de lo lindo. Nuestra posición original, perpendicular a la costa de la pequeña bahía, nos dejaba bien de costado para recibir el viento que se canalizaba como un huracán a través del canal en el que estábamos. De a poco las anclas fueron perdiendo su agarre y empezamos a derivar hacia estribor, acercándonos a escasos metros de las rocas.


Esa mañana la actividad comenzó temprano de manera febril. Esta vez, para no calarme de frío hasta los huesos, me metí en el Mustang. Seba hizo lo mismo y parecíamos teletubbies que íbamos en rescate del Sedna! A los dos nos quedan un tanto holgados (especialmente vistos de atrás!) y realmente quedamos muy graciosos. Pero la verdad que cuando se trata de estar seco y calentito no importan mucho las apariencias, no?


Rápidamente fuimos llevados a la costa junto con Mariano para colocar una amarra desde la proa que frenara un poco el efecto del embate del viento. Pero mientras bajaban la soga y la tirábamos hacia nosotros, el motor delantero la succionó, con lo que quedó trabado y el barco a merced del viento.


Mario tuvo que rajar, ponerse el traje seco y mandarse al agua para destrabar la situación. Mientras nosotros mirábamos asombrados desde la costa como se bamboleaba frágilmente nuestro hogar.


Obviamente si están leyendo esto, es que pudo sacar la soga y finalmente logramos amarrar al velero. Fue un día de lo más movidito y agotador. Nuevamente terminamos cuando la noche se nos venía encima.


A partir de ahí los días se sucederían en un estado de estrés constante y permanente. El viento aflojaba y volvía a arremeter a cada rato. Hubo que montar guardias durante la noche para controlar las amarras, por lo que el dormir de corrido pasó a ser otro recuerdo del pasado. Cada tanto una de las rocas en las que teníamos amarradas las sogas se partía, algún nudo se deshacía, las anclas perdían agarre…todo pasaba en cualquier momento del día o la noche, así que la vigilia era permanente. La sensación de no estar completamente seguros nos comía la cabeza poco a poco.


Y después vino el efecto de la marea. Para agregarle un poco de sabor al asunto, empezamos a tener unas bajamares de casi dos metros con lo que el calado que originalmente era suficiente dejó de serlo. No saben que feo que es escuchar el casco chocar contra las rocas del lecho marino. Un crujido que te eriza los pelitos de la nuca, por no mencionar otros. Nuevamente a subir a cubierta, aflojar las amarras, mover el velero, reajustar las anclas, tensar las amarras…


Esa fue nuestra principal actividad durante el resto de la semana, con lo que los ánimos se fueron minando poco a poco. A esto le tenemos que agregar que el sistema desalinizador estaba agonizante desde hacía varios días y por lo tanto nuestras reservas de agua potable disminuían día a día. Por ende, desde antes de salir de Melchior ya estábamos con abstinencia de duchas y de lavar la ropa ni hablar. En sí no sería muy grave de no ser porque después de estar chupando frío todo el día no se desea nada más que sentir un poco de agua caliente sobre el cuerpo, no? Buen entrenamiento para mi futuro viaje en bici, no? :)


Los excesos proferidos a los motores de los Zodiacs durante la noche de la evacuación y en el acomodamiento del velero en la nueva bahía los dejaron a ambos en terapia intensiva. Así que en los últimos días ni siquiera teníamos la posibilidad de utilizarlos de ser necesario.


A simple vista, meados por un elefante (mean mucho, no?). Por ahí nos aconsejaron hacer algún tipo de sacrificio a los Dioses para aplacar su ira…pero si todos los días estamos quemando una buena cantidad de mierda en nuestro inodoro-incinerador?? Acaso no es suficiente??? Joder, con lo difícil que es conseguir una virgen por estos pagos…

De a poco íbamos dándonos cuenta de nuestra nueva situación. Dejar Melchior nos trajo unas cuantas complicaciones. En lo laboral, un lindo problema logístico de cómo seguir con el programa de trabajo cuando luego de casi un mes de preparativos teníamos todo listo…para laburar allá! En lo personal, a partir de ahora quedábamos confinados al reducido espacio del velero. Cuando el camarote es un ínfimo espacio de 2 metros cuadrados, se hace notar. No más contacto con tierra con sólo atravesar el puente, no más subidas al glaciar, no más entrenamiento matinal en nuestro gimnasio improvisado. En fin, una sensación de pérdida de libertad de movimiento bastante difícil de asumir. Hasta desapareció el sol al venir acá, ya que la isla que tenemos frente a nosotros nos tapa totalmente con su glaciar cualquier rayito que pudiera filtrarse en los escasos días sin nubes que tenemos.


Mientras todo esto transcurría había que pensar un plan B para poder continuar con los muestreos científicos, ya que para eso estamos acá, no? Qué hacer ahora? Para poder guardar las muestras de unas cuantas técnicas cruciales hay que tener un ultrafreezer a -80 °C funcionando las 24 h. Cómo hacer para mantener el generador andando recargándolo de combustible cada 5 h si estamos en otro lado? Porque una cosa es cruzar un puente y otra hacer 15 min de viaje en Zodiac, cuando las condiciones climáticas lo permiten.


Una opción era seguir trabajando desde Melchior y hacer guardias rotativas para mantener funcionando el generador. Sería algo así como ir de campamento un par de días y rotarse. Pero claro, qué tal si adentrados en el invierno no se podía hacer el relevo en días, tal vez semanas? Por otro lado, la idea nunca fue usar la casa como habitáculo por lo que habría que resolver el tema del agua potable, los baños, tener combustible extra por las dudas…ni hablar de si teníamos la mala leche de que hubiera algún accidente. No, no pintaba muy factible.


Qué otra alternativa nos quedaba? Pues trasladar la base de trabajo al velero. Claro, tenemos un pequeño inconveniente con el espacio…no hay lugar! Ya estamos tan atiborrados de comida y cosas para la invernada que la sola idea de traer para acá todo el equipamiento científico que nos había llegado en 40 cajas no parecía muy idónea. Sin mencionar que para eso habría que traer el ultrafreezer, una mole de 400 kg más que difícil de transportar en el irregular terreno de la base.


Pues bien, ya que ninguna de las opciones era ideal terminamos con un compromiso: traer todo para acá y ver de conseguir una carpa para montar el laboratorio en tierra en nuestra pequeña bahía. La idea de trabajar en una carpa me pareció un disparate…hasta que me aclararon que no son carpas tradicionales. Más bien son como unos refugios portátiles que están diseñados específicamente para estas latitudes. Tienen un recubrimiento aislante con el que se bancan temperaturas de – 50 °C, piso y hasta una estufa! Eso sí, rondan las 10 luquitas verdes!!!


En conclusión? Estamos trabajando en ver cómo traer el ultra hasta acá (Francois ya está diseñando una especie de trineo que usan los esquimales para transportar cosas pesadas) y ponerlo en una buena caja aislada en cubierta. Inicialmente usaríamos nuestro cuarto de ducha como cuarto oscuro y las lavadoras como mesada para las primeras estaciones de muestreo (instinto de adaptación??). Con una nueva pasada del Gould conseguiríamos la carpa y ahí trasladaríamos el material para tener un lugar de trabajo adecuado, especialmente para los meses de primavera, donde el muestreo va a ser más intensivo. Como verán, no hay respiro ni descanso que valga…jajajaja!!!


El domingo por fin el viento se llamó a sosiego. Como para levantar los ánimos, en lugar de los habituales cartoons de la mañana, Marco sacó de la galera la colección del Show de los Muppets…qué manera de reírnos! Hacía mil años que no los veía!! Ahora que en inglés la famosa rana René se llame Kermit!!! Nooo, todo mal!!


También pudimos darnos una ducha (buena falta que nos hacía a esta altura!!) y pudimos descansar un poco del ajetreo que nos mantuvo ocupados las jornadas previas. Por mi parte, hastiado de la falta de movimiento, aproveché a que Martin quería tomar unas imágenes del velero desde la costa y me enganché como changarín para llevarle la cámara y de paso estirar un poco las patas. Qué placer volver a pisar tierra de nuevo!! Tener otra panorámica, no escuchar los generadores, hacer culipatín…joder que me estaba haciendo falta!!


Como para repuntar un poco y continuar ese incipiente comienzo de actividad física, empecé a levantarme temprano nuevamente para entrenar un poco. Claro, ahora uso un pequeño espacio (aunque más grande que mi camarote, donde me choco contra el panel que me separa de Seba) donde al menos puedo hacer algunos abdominales, fuerzas de brazo y alguna que otra cosa más. Por algo se empieza, no?? Lamentablemente por ahora se complica un poco acomodar la bici…


Hoy Stevens terminó de arreglar el motor del Aarluk (el Zodiac negro) y como tuvimos un día ideal sin viento, aprovechamos para reacomodar el velero y las amarras.


Me pase casi todo el dia en el Zodiac tirando de esas brutas sogas (no saben que buen ejercicio!) y laburando en lo que me mandaran...de científico a marinero antártico!! Jajjaja, con Mariano no sumábamos uno de lo inútiles que éramos. Mario nos miraba incrédulo (es marino de pura cepa) al ver las payasadas que hacíamos y como nos enredábamos una y otra vez con las sogas...

A la tarde apareció una foca leopardo, que son unas guachas carnívoras que mejor tenerlas lejos. Se acerco a nosotros...hasta que descubrió las amarras y se colgó ahí por horas mordisqueando las sogas y revolcándose entre los nudos...lo único que nos faltaba!!!

Bueno, así las cosas por acá...esperemos que el buen tiempo dure un poco y nos de un respiro antes de comprobar en la próxima tormenta si finalmente llegamos a una posición relativamente segura o si sigue el baile...


Besotes y abrazos para todos/as!!


Salut!!

Damián


Comments:
Pibe, la verdad, leer tus post me da escalofrios. !
Supongo que todo lo que esta pasando y que contas, deberia esperarse en una expedicion antartica y que lo verdaderamente anormal era todos esos relatos que mas se asemejaban a un resort que a un laburo, pero igual da miedo. Cuidate.
 
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