jueves, agosto 17, 2006

 

Vacaciones forzadas





La semana siguiente a nuestra primera estación de muestreo basados en la carpa estuvo signada por vientos violentos que nos obligaron a acuartelarnos en el velero. Con momentos en los que llegaron a soplar a casi 100 km/h, fue la verdadera prueba de fuego para las carpas. La nuestra venía bancándose los embates con dignidad y resistencia. La de Francois desapareció en una noche de ráfagas infernales. Por la mañana vimos que había algo raro en el paisaje habitual de la bahía. El domo naranja que coronaba la cuesta ya no estaba más.


Una inspección posterior reveló su ubicación acantilado abajo flotando en el mar, inerte como una gran medusa. El rescate confirmó las sospechas: se habían desgarrado completamente los anclajes en la tela y el resultado era un manojo de material sintético destrozado en miles de flecos. Chau “power corner”…


La vida de las visualmente impactantes carpas “fashion” fue corta y efímera, pero por suerte nuestro habitáculo científico se había aguantado todo sin chistar y seguía en pie como desafiando las fuerzas de la naturaleza. Aguante el bodoque rojo!!!


Por mi parte, no sólo tuve que recluirme en el velero por cuestiones climáticas, sino que también por razones de salud. Un resbalón en el hielo de la cubierta me había dejado resentido el músculo lumbar justamente donde ya tenía una vieja lesión, y por casi una semana me la pasé con calmantes, relajantes musculares y un “sac magique” (una bolsita con piedritas que se calienta en el microondas y afloja bastante el dolor) prendido en el traste. Los relajantes eran tan potentes que al acostarme me noqueaban y sin duda que fueron las mejores noches de sueño de corrido que tuve hasta ahora…inclusive cuando nuestro querido generador de proa seguía encendido…quiero más!!!


El viernes 28 de Julio cambió todo. Por la mañana Seba me saludó y después del “bon matin” me dijo: estamos jodidos! (en inglés, claro). Por la noche los vientos habían rotado al sur, la temperatura había caído por debajo de lo -10 °C (todo un récord hasta ahora) y la salida del canal hacia el mar para ir a muestrear estaba atestada de hielo. Un montón de pequeños bandejones habían cubierto los alrededores del velero, unificándose con el frente de mar congelado que avanzaba desde el otro lado del canal como un velo blanco que se nos acercaba lentamente.




De a poco estos nuevos visitantes se iban consolidando y rápidamente las posibilidades de bajar el Zodiac al agua quedaron descartadas. Estábamos varados hasta nuevo aviso!! A unos 100 metros del velero, más o menos por donde hace tan solo una semana desembarcábamos para hacer el rodeo del cerro hasta las carpas, el frente de hielo se interrumpía por la presencia de un montón de escombros y témpanos que hacían el paso totalmente impracticable.




Moraleja? A esperar nomás a que las condiciones cambiasen o bien que el hielo estubiera lo suficientemente sólido como para intentar moverse con todo el aparataje de cosas encima de él. De ese modo, y casualmente en coordinación con la gente de vacaciones de invierno en el hemisferio sur y de verano en el norte, tuvimos que “sacrificarnos” con una semana de vacaciones “forzadas”. Je!




Lo bueno de los vientos del sur es que se llevaron las nubes que venían tapizando los cielos desde hacía unos cuantos días y por fin luego de lo que a nosotros nos pareció una eternidad, reapareció el sol. Y como el período de luz aumentaba vertiginosamente cada semana, pudimos disfrutarlo a pleno por un par de horas desde el cerro al costado de la carpa. Qué placer!!! Eso sí, guaita porque no hay que olvidarse que tenemos el agujero de ozono justito encima nuestro!! Ponete crema nene!!!



El domingo tuvo lugar un gran quiebre en mi existencia. Un antes y un después…hice mis primeras armas con el esquí!!! Algo muy común para esta gente oriunda de Canadá, que para mí era algo totalmente novedoso.


Para acceder al cerro habían colocado una escalera que sorteaba los metros de aguas abiertas entre el planchón de hielo afianzado a la izquierda del velero y la costa. Luego había que recorrer la ladera cubierta de nieve en una inclinación más que interesante para llegar a la carpa y de ahí subir al cerro.


Je, pero cargando los esquíes enterrándome una vez más hasta las rodillas no fue precisamente una tarea sencilla.




La pista que se extendía ante nosotros era simplemente la caída del glaciar hacia el mar abierto, comenzado con una suave pendiente que de a poco se iba haciendo más pronunciada hasta el punto en que era imperativo frenar para no seguir de largo y terminar saltando por el barranco.

Primera lección: cómo frenar!! Digamos que desarrollé rápidamente una técnica no muy ortodoxa pero efectiva: tirarme de cabeza (o de culo, según la ocasión) a la nieve apenas notaba que ya me iba de mambo! Por suerte la nieve era fresca y salvando el frío que te recorre el cuerpo una vez que se te mete adentro de las ropas, era un buen colchón para aterrizar.




Más tarde desarrollé un tímido pero efectivo estilo de slalom que básicamente surgió cuando me iba derechito para el acantilado en lugar de bajar la cuesta. Por ser la primera vez, me dijeron que estaba muy bien. Lástima que mi nivel siempre se queda trabado en "muy bien para la primera vez"! jajjajaja…


Era muy interesante descubrir las posiciones ridículas en las que quedaba el cuerpo de uno cuando se trababan los esquíes y salía catapultado sin previo aviso por los aires. No entiendo por qué a los demás les causaba tanta gracia…pse!!


El lunes mientras hacía un poco de bici fija me dije: y por qué no aprovechar el hielo y trotar un rato?? Sop, bajé al planchón de hielo que tenemos al lado del velero (de aproximadamente unos 20 m x 30 m) y me puse a dar vueltas...por 25 min!!! Qué buen ejercicio!!! Con el tema de no resbalarse con el hielo o la nieve las gambas laburaban como si estuviera corriendo a mil a pesar de que en realidad iba a dos por hora!! Y girando a cada rato, aún más todavía!! Creo que después de verme estuvieron a punto de medicarme…jajajajja!!




Una mueva jornada de sol espectacular nos “obligó” a seguir probando suerte con el esquí. Tanto

Pascale, Stevens y Seba confirmaron lo que ya temían: soy un inconsciente de aquellos!!! Cada vez más rápido, cada vez más fuertes los golpes, adrenalina a full! Al final me animé y bajé por el otro lado del cerro, que es súper escarpado, directo hacia la carpa. Tuve que ir frenando de cote todo el tiempo...y lo más interesante es que venía usando esquíes de travesía, que son más angostos que los de esquiar y por lo tanto era más difícil aun!! Estas líneas confirman de debo tener más vidas que los gatos!!!


Como buen culo inquieto que soy, no pude aguantarme y me fui a correr un rato. Y esta vez expandí el territorio trotando sobre los bandejones que hay hacia la costa. Era como entrenar para cross-country, mirando bien donde metía la pata ya que en cada paso había un hueco potencial, camino directo al agua congelada! Y eso de correr sobre nieve acuachenta no es pa’ cualquiera!!! Otra vez con sólo 25 minutos me quedaron las gambas a la miseria!!! Después de tantos meses sin estirar las piernas de esta manera, sentía como que todo iba en cámara lenta! Quién hubiera dicho que hace tan sólo un año estaba corriendo maratones de 42 km??? Ni yo me lo creería de verme!!




Por suerte como era martes me tocó mi ducha semanal, así que después de semejante actividad física quedé limpito, perfumadito y afeitado. Una pinturita!


Por la tarde con Seba nos subimos al cerro que está a la izquierda del velero, una vía recientemente inaugurada por Pascale. Las nuevas perspectivas que nos daba ese punto de observación nos dejaron fascinados. Un poco más adelante se podía continuar en dirección hacia el canal y ver la desembocadura por donde hacía unas semanas salíamos con el Zodiac hacia Melchior. Ahora un manto blanco de aguas congeladas cubría esa encrucijada y no veíamos la hora de poder acceder a esa superficie helada para incrementar nuestra capacidad de movimientos. Faltaba poco, pero todavía el hielo que nos separaba del velero hasta allí estaba muy endeble para caminar por encima con seguridad.


Nos quedamos recostados en la nieve tomando unos mates mientras caía el sol y el cielo se incendiaba de colores. Espectacular!! Como de costumbre, faltaban las chichis...menos mal que yerba había en abundancia!! Jajjaja…




Finalmente llegó el gran día. El miércoles 2 de Agosto sería clave en nuestras vidas. El día que recordaremos como aquel en el que recobramos la libertad de movimiento!! Cautelosamente y sin disimular el cagazo, cruzamos los 100 metros de terreno inestable hasta el gran planchón de hielo que veíamos la tarde anterior desde el cerro. La extensión era grande como un estadio de fútbol y desde allí se podía contemplar en toda su magnitud a los glaciares que lo rodeaban. Era impresionante estar al lado de esas moles de hielo!!


Por otro lado, el cambiar de perspectiva después de tantas semanas de ver todo desde el mismo lugar era un bálsamo para los sentidos! Si le sumamos el sol...era el paraíso!!


Esa la mañana con Seba y Pascale hicimos un poco de esquí de travesía en ese nuevo territorio conquistado y después no pude evitar la tentación y me cambié para ir a correr...por esos hielos!!! Ahora sí que era demasiado!! Quién hubiera pensado que iba a estar trotando por esa superficie helada, enfrentando y dejando atrás esas paredes inmensas de hielo que flanqueaban el lugar? Yo?, ni mamado!!




A la tarde volvimos al lugar ya que Seba y Serge querían probar sus sofisticados kite…de 5 m, con arneses y usando esquíes!! El impulso de querer probar era grande y atrayente de sólo verlos moverse de un lado para el otro! Claro, hay que aceptar las limitaciones propias y fácilmente reconocí que combinar mis aptitudes de esquiador con el manejo de los caprichos del viento no iba a dar un buen resultado para mis huesos…aunque quién sabe??...por ahí un día de estos pruebo!




Mientras ellos seguían jugando con los bichos estos yo me fui ladeando un glaciar hasta la bahía por la que salíamos hacia Melchior para ver el atardecer. Espectacular! El viento paró, sólo se oían las gaviotas revoloteando y el cielo empezó a cambiar de colores en un degradé interminable. Me preparé unos mates y disfruté un buen rato del momento. Después vinieron los chicos y abrí mi paquete del mes de 9 de Oro. El momento ameritaba...



El jueves fue la coronación y justificación de todo lo que habíamos pasado para llegar a estar acá. Arrancamos con una salida grupal a correr por el nuevo circuito que había inaugurado el día anterior. Esta vez parecíamos un club de corredores con Seba, Mariano, Francois y Amelie. Por supuesto no faltó el desafío de hacer unos piques y terminamos corriendo como desaforados tratando de no quedar últimos…espíritu competitivo?? Noooooo…


Para completar la mañana, volví al velero y agarré una de las bicis. Al rato me siguió Mariano y así se cumplió uno de mis anhelos que era poder rodar por las aguas congeladas. La sonrisa que tenía no cabía en mi rostro de lo contento que estaba!! Por fin algo de movimiento y no la visión estática del rodillo!!!


Andar en la nieve y en el hielo era lo más parecido a rodar por la playa. Por momentos se avanza bien en la arena húmeda, pero en la parte seca es imposible. Acá era igual. Hicimos un intento de incursión en el canal que se adentraba por unos 700 metros hasta el mar abierto, con la base Melchior de fondo, pero no pasamos de la mitad. La nieve enterraba las bicis hasta la mitad y quedábamos clavados como estatuas.



Y bueh, otro día! Mejor seguir dando vueltas por el “estadio” con una superficie más consolidada, no?


Creía que había tocado el cielo con las manos, pero todavía restaba la experiencia más fuerte y descerebrante hasta el momento. Como parecía que el hielo no tenía intenciones de retirarse de la salida hacia el punto de muestreo, decidí hacer una incursión con Seba para ver qué posibilidades habría de encontrar un pasaje por donde empujar el Zodiac hasta aguas abiertas. Desde el cerro se podían apreciar los incontables témpanos que se movían al compás de la marea y se iban apretujando poco a poco.


Nos metimos en los trajes secos de buceo (esta vez enganché un XL, así que no me asfixiaba tanto como la otra vez!), agarramos un par de palos para testear el espesor y la dureza del hielo...y salimos con todo nuestro delirio a cuestas!!


Fuimos caminando sin problemas hasta el primer iceberg grande y ahí vimos que empezaban a surgir brechas de agua sin congelar. Era impresionante ver el témpano sumergirse hasta el fondo mismo del canal en una pared interminable de hielo! Como no había viento y el agua estaba clarísima, se veía perfecto hasta la base del gigante! Eso del 10 % afuera del agua y 90 % adentro es cierto!!!



De ahí en más comenzó el desafío. Ya estábamos ahí, comprobamos que era imposible hacer la movida de llevar el material para hacer los muestreos por ese lado...íbamos a volver?? Noooo, por el contrario, decidimos seguir...sobre los hielos!


La sensación de estar parado encima de un témpano era algo insuperable. Una cosa es verlos desde el Zodiac, desde arriba del kayak o desde la costa...pero caminar encima era de otro planeta! Las facetas de los cristales de hielo recién formados, las placas que crujían como un trueno, el movimiento ondulante al atravesarlos...único! Y trepar hasta el extremo de cada punta para otear el horizonte...que sensación!!


Comenzamos a movernos a los saltos, de un témpano al otro, pasando por bandejones mucho más endebles en los que había que hacer un poco de ice-surfing para mantener el balance y no caerse al agua. Íbamos tanteando las infinitas topografías que se desplegaban ante nosotros, siempre desconfiando de que se pudiera fracturar bajo nuestro peso...bah, más bien el mío!

En algunas partes usábamos los palos como garrochas para sortear los baches de agua abierta y al mirar atrás nos preguntábamos: y ahora cómo volvemos?? Pero al igual que cuando se encara una montaña, sólo mirábamos para adelante y la vuelta sería problema para después.


Primero sorteamos una zona llena de témpanos grandes que íbamos escalando y saltando uno a uno hasta llegar a planchones más amplios por los que podíamos caminar sin dramas. El escenario simplemente quitaba el aliento: glaciares al costado, témpanos con mil formas por todas partes y una superficie de hielos sorprendente en cada lugar que mirábamos. Sólo se oía el chasquido de los hielos, la marea apretujando los cachos más pequeños contra las rocas y alguna que otra gaviota...nada más!


La gama de azules que se ofrecía ante nuestros ojos no tenía fin...desde el blanco total al azul más profundo, pasando por todas las tonalidades intermedias. Una grieta súper azul, un hueco más pálido...la transparencia del suelo por el que andábamos siempre incitaba a la desconfianza para el próximo paso. Se notaba que los pequeños planchones se habían fundido hace poco y aún estaban en un equilibrio precario.


En una parte nos encontramos con una brecha demasiado extensa para sortear de un salto así que terminamos los dos arriba de un bandejón de hielo usándolo como balsa!! Surrealista por donde se mire!!


A lo lejos oteamos una foca despanzurrada haciendo lo habitual: nada. Así que le propuse a Seba de ir hasta allá para verla de cerca. Qué grande sería nuestra sorpresa al descubrir que no era una mansa Weddell, sino Leo, nuestra querida y a la vez temible foca leopardo del vecindario!!! Una rareza de aquellas, ya que estos bichos no suelen tirarse en los hielos al descubierto.

Ver el animal ese a un par de metros de distancia mientras sacudía la cabezota y nos resoplaba cuestionándonos qué catzo hacíamos ahí fue escalofriante y a la vez magnético. Yo le hablaba como si fuera un cachorrito de algún tipo de mascota...ja, con la boquita que tiene!!!! Mientras le preguntaba a Seba: “estás seguro que en el hielo estos bichos son torpes, no? Mirá si se nos viene encima!! Y nosotros con estos trajes mucha agilidad no tenemos…seguro?? Eh? Eeeehhhh????”


Obviamente, seguimos viaje. Pasamos a escasos metros de Leo y continuamos internándonos en un mar de planchones cada vez más inestables. Estaban cubiertos de trozos de hielo que parecían más bien gigantescos cantos rodados. Muy tramposos a la hora de pisarlos, por cierto.

Finalmente llegamos a la línea de témpanos que bordeaban el limite de lo transitable. De ahí en más sólo eran escombros de hielo que se mecían con la marea. Nos trepamos a un témpano grandote y desde la cima nos hamacamos un buen rato disfrutando del panorama. Estaríamos fácil a escasos 500 m del punto de muestreo!!! Hacía un buen rato que habíamos dejado de ver al Sedna...


A la vuelta Seba tomó la delantera y como todo se veía igual, fue imposible rehacer el camino de ida. Fue como empezar de cero de nuevo. Pero esta vez tenía adelante a un pendex que cada vez que saltaba me fracturaba los planchones que pisaba haciendo todo más difícil a mi paso. Se quería librar de mí??? Jajjaja…


Así fue que me hundí en el agua como tres veces! En una de esas ocasiones el hielo simplemente cedió debajo de mis pies y en un crujido similar a la rotura de botellas de vidrio me fui derechito para abajo. El instintivo movimiento de apoyar los brazos en el borde para no sumergirme del todo me costó caro, ya que tuve la mala leche de reventarme el pulgar derecho con el palo que llevaba en la otra mano. Ouch!!!


Una vez más usamos el bandejón como balsa y después tuvimos una serie de episodios adrenalíticos en los que el hielo empezó a rechinar debajo nuestro y tuvimos que salir disparando mientras el suelo se abría ante nuestros los pies...


Claro, una vez más, el que terminó en el agua en una sucesión de "cracks" fui yo...

Definitivamente fue lo mejor de toda esta aventura hasta el presente...sólo hubo un detalle: no teníamos la máquina de fotos encima!!!! Así que todo esto fue para nuestros ojos únicamente.

De todos modos me quedó un hermoso dedo fisurado como souvenir y ahora que lo tengo entablillado por unas semanas todos me llaman el optimista, porque ando con el dedo estirado como diciendo "Ok" todo el tiempo...jajajaj!!! Calavera no chilla...


Luego de tomarnos una pausa el viernes, más que nada por cuestiones climáticas, volvimos a la carga. El sábado hicimos otra salida grupal a correr en medio de una intensa bruma y fue muy cómico ver el efecto de las gotitas congeladas sobre nuestros pelos, cejas y pestañas. Después de media hora parecía que habíamos envejecido 50 años!!


Cuando terminamos lo fui a buscar a Marco y nos mandamos por el canal con las bicis. Otra aventura, con la neblina jugando misteriosamente con las formas y los colores...




Nos matamos de risa tratando de avanzar infructuosamente por la nieve...las veces que me caí!! Las partes con hielo más consolidado eran un show para los sentidos! Al avanzar se oía el crujir del hielo debajo de las ruedas, rompiendo cristales…


Por supuesto, el que metió la pata en el agua hasta la rodilla en un hueco tenía que ser yo!!! No hay caso, estoy predestinado a mojarme las patas!!! Jajajaj...menos mal que tenia el entablillado en el dedo, porque sino me lo daba vuelta de nuevo!! Joder...


De ese modo concretamos la primera travesía en bici por la Antártida desde el Sedna hasta el final del canal...un sueño!!!


Por la tarde volvimos a recorrer el canal con los esquíes de travesía. Era infernal como cansaba andar con esos aparatejos!!! Y más aún cuando la experiencia previa era nula, no?

Colgados con los paisajes nos agarró la noche y la magia apareció de nuevo. La luna bastante llena comenzó a iluminar todo con una pálida luz azulada dándole un marco diferente y especial a los glaciares y a las siluetas que se recortaban en el mar.




El único sonido era el del agua rozando los bloques de hielo y las piedras que asomaban desafiantes debajo de la capa congelada. La amplitud de la marea en estos días era mayor a un metro de altura y era impresionante ver como todo el bloque inmenso de mar congelado subía y bajaba al ritmo que le dictaba la luna. En los bordes era común escuchar un sonido agudo, agonizante, como el chirrido de una bisagra oxidada. Daba la sensación de que el suelo bajo nuestros pies se iba a fracturar en cualquier momento.



Era una experiencia que difícilmente se pudiera disfrutar de esa manera en muchos lugares del planeta. Sin viento, casi sin frío, sin predadores de los que preocuparse...simplemente el paisaje dominado por los hielos y nosotros.




El regreso también estuvo espectacular, siguiendo las huellas de los esquíes, agotándonos los ojos de ver tantas imágenes difícilmente más bellas...



Claro, el precio que hubo que pagar es que nos quedaron las gambas como para un transplante!!! Pero de nuevo, quién te quita lo bailado??


El domingo cerró la semana de “vacaciones” con un partidazo de Hockey sobre la nieve en el que confirmé mi ineptitud para los juegos grupales. Y menos uno en el que no tenía mucha idea de cómo se jugaba! Unos cuantos se salvaron de que les sacara un ojo por los revoleos involuntarios que daba con el palo de hockey. Cuando se dieron cuenta de que era un queso y no pegaba una, optaron por ponerme en la defensa para que estorbara...ahi si que andaba bien!! Jajajaj...



Fue una semana de lo más activa. Después de tanto tiempo confinados al escaso espacio del velero, la libertad de desplazamientos que ganamos gracias al hielo fue una droga difícil de dejar, más para un adicto a las actividades físicas como soy yo!


Volvimos al trabajo con los preparativos para una nueva estación, pero eso no impidió que adaptáramos nuestros tiempos para usufructuar las nuevas posibilidades al aire libre.


Una nevada cambió el panorama completamente. El hielo por el que solíamos correr ahora estaba cubierto de nieve, que no era el terreno más adecuado para las zapatillas. Las irregularidades y diferencias entre los hielos habían quedado en el olvido y todo parecía engañosamente uniforme.


Mariano no se pudo aguantar y, pala en mano, empezó a trazar una “pista de atletismo” para poder seguir corriendo. Con Seba le dimos una mano y la verdad que quedó genial. Por unos días, claro, ya que las nevadas se continuaron y todo el trabajo de una tarde desapareció de un día para el otro.




Hicimos el intento de resucitarla, pero el hielo debajo de la nieve se había derretido un poco y por lo tanto había una masa acuachenta que complicaba mucho el trabajo. Ante el panorama que se nos presentaba, opté por una alternativa radical y salí a correr con las botas de nieve! Cada una debería pesar media tonelada, y en ese terreno tan denso, era lo mismo que trotar con el agua hasta las rodillas!!! Digamos que no dejó de ser una nueva e interesante experiencia…qué seguirá???


Las ventajas de tener nieve fresca era que pudimos sacarle el jugo a unas de las actividades favoritas de Seba: el fresbee. Antes de conocerlo a él no tenía idea de que existía como una disciplina deportiva, con equipos oficiales, partidos y campeonatos mundiales. Para mi no pasaba de una actividad playera del verano. Quedé impresionado de ver el dominio que tenía con el platillo y nos pasamos horas practicando. A pesar de mi dedo fisurado me las pude ingeniar para tirarlo más o menos decentemente y atajarlo en pleno vuelo. En el peor de los casos aterrizaba en un buen colchón de nieve…




Esperemos que las condiciones actuales se mantengan por unas cuantas semanas más, así podemos seguir aprovechando de estos lugares fantásticos que tenemos a mano para recorrer. Veremos…


Comments:
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
 
Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?